Estaba viendo el otro día una película en la que la pareja protagonista hablaba con un psicólogo infantil en relación al hijo mayor. Y el padre decía que su comportamiento errático tal vez se debiese al exceso de atención que tuvo al ser el primogénito. Que si tenía un rasguño se ponían todo nerviosos, pero que al tercero ya le dejan jugar hasta con cuchillos. Y entonces me vi un poco reflejado en esa pareja.
Supongo que les pasa a los que tienen más de un hijo. Con el primero se tiene mucho cuidado con todo, generalmente por falta de experiencia. Es el caso de la alimentación del primer hijo que tuvo algunos problemas con la leche de fórmula y nos lo tomamos muy a pecho. Obviamente era algo que había que afrontar: nos aconsejaron leche deshidratada especial con proteína hidrolizada. Y le fue bastante bien. El problema llegó después cuando, debido al sabor especial de esa leche, ya no quería dejarla para pasarse a la leche de vaca normal.
Especialmente mi mujer se tomó desde el principio muy en serio todo lo de la alimentación siendo muy estrictos con las cantidades y el tipo de comida que debía tomar para estar sano. Creo que ha sido muy importante para su futuro ya que ahora que es un poco más mayor podemos decir que come muy bien y apenas tienen vicios relacionados con comidas basura y demás como otros muchos niños, pero también es cierto que fuimos muy ‘cañeros’ con el tema y el niño las pasó canutas en algunos momentos.
Lo de la leche deshidratada ya fue un tema que nosotros complicamos un poco, temiendo que nunca fuese a tomar leche normal. Con la fruta también fuimos muy exigentes en una época en la que parecía le había cogido un poco de reparo. Pero al final volvió a la fruta y tomó leche de vaca normal sin problemas. Así es que a veces hay que despreocuparse un poco. Supongo que si llegase otro niño lo tomaríamos con más calma, aunque de momento no lo esperamos…